POSVERDAD
Actividad
Individual a realizar durante la semana del 29 de Junio al 10 de Julio
ENTREGA POR WHATSAPP
Luego
de haber leído las páginas del libro “Posverdad: una guía de
supervivencia” y reproducido la Charla Ted Fake News y Posverdad y
el cuento de Borges y Bioy Casares en “Demasiado Humano”: ESSE
EST PERCIPI por el filósofo Dario Z, elabora un AUDIO
de hasta 5 minutos en la aplicación Vocaroo disponible en:
https://vocaroo.com/
a partir de las siguientes preguntas disparadoras:
¿Qué es la Posverdad
y qué tres acontecimientos históricos la declaran en 2016 como la
palabra del año por Oxford?
¿Cuál es el
porcentaje que el MIT informa respecto a la difusión de una noticia
falsa?
¿Cuáles son las
motivaciones que tiene una persona para crear una noticia falsa?
¿Qué analogía
realiza el orador de la charla Ted con la palabra AMOR?
¿Qué es el sesgo de
confirmación y cómo se concibe en este tema la palabra “algoritmo”?
CONTEXTUALIZAR
EL CUENTO DE BORGES Y BIOY CASARES –
Tomar nota en un papel de aquellos recursos que te permiten
comprenderlo. ¿Qué preguntas propias tuviste que responderte para
entenderlo?
¿Qué relación tiene
el título del cuento de Borges y Bioy Casares con el tema que
estamos trabajando?
Tenes que seleccionar
los principales párrafos a decodificar en tu explicación
rlacionándolo con el tema que estamos trabajando
“Ser es ser
percibido”
Viejo turista de la zona de Núñez
y aledaños, no dejé de notar que venía faltando en su lugar de
siempre el monumental estadio de River. Consternado, consulté al
respecto al amigo y doctor Gervasio Montenegro, miembro de número de
la Academia Argentina de Letras. En él hallé el motor que me puso
sobre la pista. Su pluma compilaba por aquel entonces una a modo de
Historia panorámica del periodismo nacional, obra llena de méritos,
en la que se afanaba su secretaria.
Las documentaciones de práctica
lo habían llevado casualmente a husmear el busilis. Poco antes de
adormecerse del todo, me remitió a un amigo común, Tulio Savastano,
presidente del club Abasto Juniors, de cuya sede, sita en el Edificio
Amianto, de avenida Corrientes y Pasteur, me di traslado. Este
directivo, pese al régimen doble dieta a que lo tiene sometido su
médico y vecino doctor Narbondo, mostrábase aún movedizo y ágil.
Un tanto enfarolado1 por el último triunfo de su equipo sobre el
combinado canario, se despachó a sus anchas y me confió, mate va,
mate viene, pormenores de bulto que aludían a la cuestión sobre el
tapete. Aunque yo me repitiese que Savastano había sido otrora2 el
compinche de mis mocedades de Agüero esquina Humahuaca, la majestad
del cargo me imponía y, cosa de romper la tirantez, congratulélo
sobre la tramitación del último gol que, a despecho de la
intervención de Zarlenga y Parodi, convirtiera el centro-half
Renovales, tras aquel pase histórico de Musante. Sensible a mi
adhesión al once de Abasto, el prohombre dio una chupada postrimera
a la bombilla exhausta, diciendo filosóficamente, como aquel que
sueña en voz alta:
-Y
pensar que fui yo el que les inventé esos nombres.
-¿Alias?
-pregunté, gemebundo-. ¿Musante no se llama Musante? ¿Renovales no
es Renovales? ¿Limardo no es el genuino patronímico del ídolo que
aclama la afición? La respuesta me aflojó todos los miembros.
-¿Cómo? ¿Usted cree todavía
en la afición y en los ídolos? ¿Dónde ha vivido, don Domecq? En
eso entró un ordenanza que parecía un bombero y musitó3 que
Ferrabás quería hablarle al señor.
-¿Ferrabás, el locutor de la
voz pastosa? -exclamé- ¿El animador de la sobremesa cordial de las
13 y 15 y del jabón Profumo? ¿Estos, mis ojos, le verán tal cual
es? ¿De veras que se llama Ferrabás? -Que espere -ordenó el
señor Savastano.
-¿Que
espere? ¿No será más prudente que yo me sacrifique y me retire?
-aduje con sincera abnegación. -Ni se le ocurra -contestó
Savastano-.
Arturo, dígale a Ferrabás que
pase. Tanto da.
Ferrabás hizo con naturalidad su
entrada. Yo iba a ofrecerle mi butaca, pero Arturo, el bombero, me
disuadió con una de esas miraditas que son como una masa de aire
polar. La voz presidencial dictaminó:
-Ferrabás,
ya hablé con De Filipo y con Camargo. En la fecha próxima pierde
Abasto, por dos a uno. Hay juego recio, pero no vaya a recaer,
acuérdese bien, en el pase de Musante a Renovales, que la gente sabe
de memoria. Yo quiero imaginación, imaginación. ¿Comprendido? Ya
puede retirarse.
Junté fuerzas para aventurar la
pregunta:
¿Debo deducir que el score se
digita? Savastano, literalmente, me revolcó en el polvo.
-No
hay score ni cuadros ni partidos.
Los
estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en
la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores,
¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido
de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del 37. Desde
aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los
deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una
cabina o de actores con camiseta ante el cameraman.
-Señor,
¿quién inventó las cosas? -atiné a preguntar.
-Nadie lo sabe. Tanto valdría
pesquisar a quién se le ocurrieron primero las inauguraciones de
escuelas y las visitas fastuosas de testas coronadas. Son cosas que
no existen fuera de los estudios de grabación y de las redacciones.
Convénzase, Domecq, la publicidad masiva es la contramarca de los
tiempos modernos.
-¿Y la conquista del espacio?
-gemí.
-Es un programa foráneo, una
coproducción yanqui-soviética. Un laudable adelanto, no lo
neguemos, del espectáculo cientificista.
-Presidente,
usted me mete miedo -mascullé, sin respetar la vía jerárquica-.
¿Entonces en el mundo no pasa nada?
-Muy poco -contestó con su flema
inglesa-. Lo que yo no capto es su miedo. El género humano está en
casa, repatingado, atento a la pantalla o al locutor, cuando no a la
prensa amarilla. ¿Qué más quiere, Domecq? Es la marcha gigante de
los siglos, el ritmo del progreso que se impone.
-¿Y
si se rompe la ilusión? -dije con un hilo de voz.
-Qué se va a romper -me
tranquilizó.
Por
si acaso, seré una tumba -le prometí-. Lo juro por mi adhesión
personal, por mi lealtad al equipo, por usted, por Limardo, por
Renovales.
-Diga lo que se le dé la gana,
nadie le va a creer.
Sonó el teléfono. El presidente
llevó el tubo al oído y aprovechó la mano libre para indicarme la
puerta de salida.
Palabras desconocidas: 1
Enfarolado: ebrio, contento, adornado.
2
Otrora: en otro tiempo.
3
Musitar: hablar o susurrar entre dientes.
SUGERENCIAS: siempre
primero al papel, realiza un esquema de tu grabación para ordenar
las principales ideas que vas a comunicar. Ese borrador guardalo como
una imagen a través de una foto que puedas tomarle.